xoves, 29 de marzo de 2018

Radicalismo, legislación y mascoterismo

 Cuando era un joven medio revolucionario, discutía con algunos colegas que si no queríamos policía ni leyes del Estado nuestro comportamiento debía ser el correcto y pensando siempre en el bien común. Por eso me parecían mal ciertos actos de vandalismo que tengo presenciado.

  A alguno le sorprenderá pero yo fui mascotero, de manera obligada. Cuando era niño mi familia tenía perro, que paseábamos por una zona de monte bajo y pinar próxima a nuestro barrio. Ya de adulto tuve que hacer de canguro muchas veces con los boxer de mis hermanos cuando se iban de viaje, que paseaba, alimentaba, me subían a la cama (el Ram) y jugaba con ellos. También viví alguna pelea con posterior visita al veterinario, etc. Vamos, que sé lo que es un perro.

  Hace veinte años yo no conocía la legislación ni las ordenanzas municipales, pero usaba el sentido común. Recogía TODAS las cacas, incluso en zonas verdes, llevaba la correa corta para que el perro no tocase o asustase a un viandante por la acera, intentaba evitar dentro de lo posible que no mearan en farolas o esquinas de portales, y jamás permití que molestasen a la fauna salvaje. Yo no me consideraba por ello un ciudadano ejemplar sino un ciudadano normal, que simplemente usaba el sentido común y el respeto por los demás.

 Pero Spain is different, como bien saben por Europa adelante. Lo que para algunos nos resulta innato y de mero sentido común otros se lo toman como un recorte de su libertad, sin darse cuenta que son ellos precisamente los que invaden la libertad de los demás, ya sea la del resto de vecinos o bien sea la del medio natural y su fauna. Ahora nos acusan de radicales a los que exigimos ese comportamiento a los miles y miles de nuevos mascoteros que invaden nuestras ciudades y espacios naturales. Pues entonces soy un radical.

Hace tiempo pegué un recorte con varios artículos que contiene la Lei de tenencia de animais domésticos vigente en territorio gallego:

   En mi opinión es lo suficientemente clara como para que la Administración actuase con rigor, cosa que no hace porque el voto es el voto. Ya hemos tratado la afección de los perros sueltos sobre el medio natural y no voy a volver sobre ello.
   Hace unos días me acerqué hasta la oficina de la OCU y pedí la ordenanza muncipal sobre mascotas, que me interesa como ciudadano. El enfoque de la portada ya es una declaración de intenciones.


  La Ordenanza nace en base a una idea buena en sí, como es evitar el maltrato innecesario a los animales clasificados como "mascota", diferentes a los animales de trabajo o domésticos, que están fuera del ámbito urbano lógicamente. El problema es como digo el enfoque animalista que respira esta ordenanza de principio a fin, aunque algunos artículos parecen copiados de la ley gallega o de alguna directiva europea (una ley no puede vulnerar otra de rango superior).


 En una entrada del blog no tengo espacio para desarrollar el contenido de la ordenanza. Algunos de sus artículos son un alegato contra la vida salvaje, como el relativo al bienestar de lo que llaman incorrectamente "colonias" de gatos, incompatibles con la conservación de la avifauna urbana. En otros aspectos me alegra saber que lo que un servidor hacía de manera espontánea con los perros hace veinte años es ahora ley de obligado cumplimiento. Destaca el artículo que dice (traducido) que "las personas propietarias deberán evitar en todo momento que los animales dañen o ENSUCIEN los espacios público", algo que incumplen el 99% de ellos. Porque digo yo que mear en la rueda de mi coche, en la farola o en la esquina de una tienda es ensuciar. Sé que es difícil evitarlo pero no hay un solo propietario que lo intente siquiera.


Otro de los artículos importantes es la prohibición de entrar en establecimientos que manipulen o despachen alimentos.


   En apenas dos semanas fui testigo de como entraban perros en una farmacia, en una frutería y en una panadería.  Un propietario no debería necesitar la ley para comprender que un perro no puede entrar en ciertos establecimientos.

     Resumiendo, creo que el propietario civilizado no necesita conocer la legislación, sino aplicar el sentido común, el respeto por los demás y no confundir el ámbito particular con lo público. Para mi fué muy fácil de entender siempre que tuve que ejercer como mascotero. Claro que yo soy un radical que odia los perros.

7 comentarios:

  1. Compartido en mi página y fijado a la cabecera, así estará durante muchos días: https://www.facebook.com/portierrasdeferrolterraeumeyortegal/

    Prepárate para el aumento de tráfico, también para los comentarios de los cafres, en ese aspecto has visto ya de todo a lo largo de los años. Lo que realmente asusta de la tropa incívica (a ver si los dueños responsables aumentan) es su cerrazón. Hay que tener un retraso cognitivo severo para decir que comentar todo eso significa odiar a los perros y a los animales en general.

    No te lo pierdas, por decir lo siguiente te tildan de misógino: hay dueñas responsables, por supuesto, pero no es exagerado decir que se ponen, por lo general, mucho más agresivas y violentas las dueñas que los dueños. Lo he vivido en primera persona y es alucinante el grado de fanatismo de algunas, ni la niña del exorcista. Por fortuna hay más mujeres razonables que histéricas.

    Un saludo,

    Roberto.

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    1. Os posibles comentarios dos cafres terán unha vida efímera pois serán eliminados ipso facto (e se cadra habilito aprovación de comentarios antes de publicar). Pola contra responderei con educación a aqueles comentarios correctos e respetuosos que poidan aparecer, aínda que considero unha perda de tempo calquer intento de dialogar cos mascoteiros porque é unha vía morta que depende do capítulo sancionador, non do informativo.

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  2. Os que temos mascotas vémonos perxudicados por estas persoas incívicas. As cales, por certo, son incapaces de atender a razones.

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    1. "Incapaces de atender a razones", mellor explicado impsible, Inés. Lembro cando o anterior goberno municipal (do PP) empezou a meter caña co das cacas nas aceras. Antes de comezar a multar decidiron facer unha "campaña informativa" na prensa para explicar que había que recoller os excrementos. Eu pregúntome: ¿acaso hai que explicar que as cacas deben recollerse? Pero en qué sociedade vivimos? A unn guarro que deixa as cagadas na acera non hai que explicarlle nada, hai que meterlle un puro e listo!!

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  3. Debemos ser o país que máis leises ten e o que menos as cumple..., pero quizais alguén dos que mandan debería ir pensando en poñer un imposto aos cans, co que quizais disminuiría o seu número e contribuiría a paliar os gastos de recoller toda a merda que deixan.

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    1. Levo diciendo anos o tema de pagar un imposto por can. Penso que os Concellos terán que facelo, aínda que ningún quere ser o primeiro, polo que se ve. Os mascoteiros din que xa pagan cos gastos veterinarios, de comida e demais. O certo é que unha persoa paga por todo, tamén por ter un vehículo -aínda que non o uses-, eles usan ao cento por cento as vilas e cidades enchéndoas de oríns e merdas das súas mascotas. Imposto anual por mascota, que non saia gratis limpar toda a merda dos donos malnacidos.

      Por suposto que os donos responsabeis sofren aos incívicos, ao mesmo tempo que o resto de persoas.

      Noticia de onte, en Cedeira. Despois exaxeramos:

      http://www.galiciaartabradigital.com/archivos/175860

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    2. Ningunha Administración ten o que hai que ter para solucionar isto. Con las cosas de comer ("el voto") no se juega.

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