Empecé a bichear en serio tomando notas de campo a los 14 años, allá por 1985, pero jamás había tenido tan pocas ganas de salir como ahora. Lo que no han conseguido las diversas vicisitudes de la vida, con sus malos momentos, lo está consiguiendo el maldito mascoterismo. Teniendo en cuenta que no puedo desplazarme mucho y que la mayoría de los espacios naturales próximos son de facto parques caninos resulta insoportable salir al campo.
Hoy me tocó sufrir esa peste en la playa de Cariño, donde nada más llegar me cruzaba con una que ya volvía de la playa con sus tres perros sueltos. Resultado: ni un bicho a la vista. A pesar de todo y gracias a las indicaciones de Ricardo (Hevia) logré descubrir un Bisbita costero:
Hace años se veía en la laguna de Valdoviño, aunque siempre mucho más escaso que el emparentado Bisbita alpino (Anthus spinoletta). A diferencia de éste último el costero no cría en nuestra latitud y sólo nos visita durante el invierno en contadas localidades como la playa o el puerto de Cariño, donde es invernante regular.
Me hacía ilusión publicar fotos de esta especie por primera vez en el blog pues me trae gratos recuerdos y quería afotarlo mejor, pero justo cuando se me estaba acercando con buena luz apareció otro perro que se dirigió directamente hacia donde estaba el pájaro, que salió volando.
No digo lo que pensé en ese momento pero lo imagináis. Recuerdo haber discutido con otros colegas que en la Comarca de Ferrol el problema canino era de una dimensión mayúscula. Y esta semana la prensa confirmaba mi percepción (pincha). Ferrol y Santiago son las ciudades gallegas que tiene el mayor ratio de perros por persoa: 1/8 frente a 1/14 de A Coruña, por ejemplo. Además Ferrol gana también en número de perros potencialmente peligrosos. Ojo, todo ello teniendo en cuenta que muchos animales no están registrados.
Se diría que el gobierno ha aprobado un decreto-ley que obliga a tener un perro antes de fin de año o pierdes la pensión. Tiene que ser eso.
Hoy me tocó sufrir esa peste en la playa de Cariño, donde nada más llegar me cruzaba con una que ya volvía de la playa con sus tres perros sueltos. Resultado: ni un bicho a la vista. A pesar de todo y gracias a las indicaciones de Ricardo (Hevia) logré descubrir un Bisbita costero:
Hace años se veía en la laguna de Valdoviño, aunque siempre mucho más escaso que el emparentado Bisbita alpino (Anthus spinoletta). A diferencia de éste último el costero no cría en nuestra latitud y sólo nos visita durante el invierno en contadas localidades como la playa o el puerto de Cariño, donde es invernante regular.
Bisbita costero (Anthus pretosus)
Me hacía ilusión publicar fotos de esta especie por primera vez en el blog pues me trae gratos recuerdos y quería afotarlo mejor, pero justo cuando se me estaba acercando con buena luz apareció otro perro que se dirigió directamente hacia donde estaba el pájaro, que salió volando.
No digo lo que pensé en ese momento pero lo imagináis. Recuerdo haber discutido con otros colegas que en la Comarca de Ferrol el problema canino era de una dimensión mayúscula. Y esta semana la prensa confirmaba mi percepción (pincha). Ferrol y Santiago son las ciudades gallegas que tiene el mayor ratio de perros por persoa: 1/8 frente a 1/14 de A Coruña, por ejemplo. Además Ferrol gana también en número de perros potencialmente peligrosos. Ojo, todo ello teniendo en cuenta que muchos animales no están registrados.
Se diría que el gobierno ha aprobado un decreto-ley que obliga a tener un perro antes de fin de año o pierdes la pensión. Tiene que ser eso.
É umha auténtica tolémia. Haverá que reclamar zonas livres de cans, porque agora todo o território é, de facto, canino. Ánimo, por dizer algo, Damián
ResponderEliminarPois anda que nom estám a chorar todos os dias esixindo mais e mais espaço para os seus putos cans. Coma bem dis... tolémia.
EliminarHola, buenos días, ¿le dijiste algo al impresentable que tenía el perro suelto que espantaba a las aves?
ResponderEliminarDifícilmente puiden dicirlle nada ao propietario xa que non estaba presente. Os cans céibanse para que corran libremente pola praia e o dono queda a veces a 200 ou 300 m. de distancia, oculto polas dunas.
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