En dos semanas hemos pasado de tener noches semi-tropicales (con mínimas de casi 20ºC) a ver caer los primeros copos de nieve en la Cordillera Cantábrica. A juzgar por los datos de Meteogalicia es probable que también haya caído alguna "folerpa" sin llegar a cuajar en las cumbres más altas de Galiza: Os Ancares y Trevinca.
Desde luego en Ferrol se ha notado mucho el cambio, especialmente desde ayer, con una acusada bajada de temperaturas y un incremento de las lluvias.
Aún pueden venir días calurosos (ya hemos tenido 30ºC en octubre!) pero pinta que el otoño está llamando a la puerta. Poco a poco iremos dejando de ver insectos, reptiles o pájaros insectívoros como nuestros queridos alcaudones dorsirrojos. A cambio nuestros humedales se irán llenando de aves acuáticas invernantes y abandonarán ese aspecto tan solitario que presentan durante la estación reproductora.
Con el otoño llegarán también acuáticas más escasas en la Península pero que suelen visitar Galiza, como el colimbo ártico.
Se ha marchado el calor. Vienen meses de lluvia, de bajada de las temperaturas y de acortamiento en las horas de luz solar. Pero la cosa ornitológica permanecerá, acaso con mayor interés en nuestros ecosistemas litorales. Lamentablemente el otoño suele ser una época nostálgica y algo depresiva para un servidor. Este año va a traer muchos recuerdos y momentos muy duros. Al menos ya puedo dormir seis horas del tirón y sin tomar la pastilla. Para quien ha pasado lo que he pasado es toda una victoria.
El otoño tiene un halo melancólico, pero también lo melancólico puede ser sugestivo. El otoño tiende a sentirse como algo íntimo, muy como de estar cómodamente sentado, con una luz tenue, leyendo un buen libro, y si cerca de un buen fuego, mejor. Y es el augurio, la promesa de lo que está por venir: días crudos, lluviosos y ventosos de invierno, pero también días alegres de sombras largas en mañanas soleadas y repletas de escarcha, con todos esos seres maravillosos que aún nos visitan cuando el frío manda. Ánimo. Y si ya puedes conciliar el sueño pasablemente, alégrate, porque es buena señal. Un abrazo, Xabi.
ResponderEliminarGrazas, Jose. Certamente eses días anticiclónicos que chegan despois dun período de choivas persistentes resultan moi agradábeis. Encántame saír ao campo a típica mañá de xeada e sol (aínda que sufro moito o frío nos dedos das maos). E a ver se vai vindo algunha vaga de frío das de verdade, caramba. Porque os ornitólogos máis novos non saben aínda o que é ver os campos inzados de avefrías, estorniños pintos ou tordos reais.
EliminarUn abrazo, mestre.
Sí, Xabi, concuerdo totalmente. Para mí, esos días invernales, limpios y diáfanos (aunque fríos, que a veces parece que no se puede escribir en la libreta), sobre todo si no hay viento, son sencillamente gloriosos...
ResponderEliminarQue marabilla, o gaivotón! Ogallá que teñas por diante un outono onde o campo che axude moito a seguir sanando, Xabier.
ResponderEliminarOlá, Antón. O gaivotón hiperbóreo foi un día de temporal doente no porto de Cariño. Se mal non recordo tomara todas as fotos desde o coche (fóra non se paraba co vento). Mágoa non ter gardado os RAW....
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