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xoves, 26 de setembro de 2024

26/09/2024 Cuatro meses después

  Hace ahora cuatro meses iban a darle el alta a María. El pronóstico era muy malo pero podía venir a casa con oxígeno y una cama articulada que ya teníamos preparada. De repente tuvo una recaída fulminante, sus pulmones no aguantaron y se nos fue. Entonces vino el shock.

     Ya he comentado que superados los dos primeros meses experimenté una mejoría notable en todos los aspectos. Las vacaciones ayudaron, obviamente. Y nuestros queridos bichos también. De ser un muerto en vida he pasado a ser persona. Pero estoy convencido de que ciertos daños internos permanecerán para siempre. Así me lo ha confesado algún compañero que ha pasado por algo parecido y que incluso ha rehecho su vida con otra relación. Pero me dicen que esto permanece.

   En mi caso, uno de esos daños es una importante alteración del sistema nervioso. Yo ya era nervioso desde pequeño - como todos mis hermanos - pero esto lo ha multiplicado por cien. De hecho hasta me cuesta enfocar con los binoculares o con las cámaras porque me ha quedado un pulso de Parkinson (vaya mi respeto para los afectados). Hace semanas que no cojo la Olympus pues soy incapaz de aguantar la cámara con el 400 mm. El otro día, mientras me grababan los de la TVG el cámara me pidió que mirara por los binoculares y sentí un poco de vergüenza. Temblaba como si estuviese congelado por el frío y creí que se iba a notar en la grabación .

  Las buenas noticias, que las hay, son que ya PUEDO DORMIR SEIS HORAS DEL TIRÓN. Y sin tomar pastillas de ningún tipo. Había dejado las adictivas benzodiacepinas y sólo tomaba ya Valeriana (algo mucho más natural y sin efectos adversos). Esta semana se ha producido la confirmación de la mejora y he dormido varias noches sin tomar siquiera la Valeriana. Supongo que mi cuerpo y mi mente estaban tan cansados que en cuanto notaron cierta relajación decidieron dormir lo que no habían podido dormir durante aquellos horribles primeros meses

 En fin, las redes sociales son entornos en los que uno debe medir bien lo que publica, sobre todo las cosas más privadas. Pienso que estoy siendo prudente en ese sentido. Lo que estoy contando puede ser de dominio público pues ya no afecta a ninguna persona viva. Bueno, podría afectarme a mí, pero creedme que después de lo vivido todo esto resulta irrelevante. 

  Termino con una foto simpática que nos tomó José Ramón Castro el pasado 14 de Febrero, en la que Mari irradiaba felicidad. Ninguno de los dos imaginábamos lo que estaba a punto de llegar unas semanas después. Me quedo con su sonrisa.


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