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miércoles, 14 de octubre de 2020

Cospeito, naturaleza muerta

   En arte se denomina naturaleza muerta a esas pinturas que muestran frutas o cacharros de cocina en una mesa con poca luz. Desgraciadamente el campo gallego es actualmente otro tipo de naturaleza muerta, la literal. El domingo volví a recordarlo en una visita por la Terra Chá.


   Hace treinta años esta comarca lucense era un referente para los naturalistas gallegos por su rica biodiversidad, especialmente en lo relativo a las aves. Allí criaban el aguilucho cenizo (Circus pygargus), el aguilucho pálido (Circus cyaenus), el sisón (Tetrax tetrax), el avefría (Vanellus vanellus), el alcaraván (Burhinus oedicnemus) o incluso el zarapito real (Numenius arquata), además de un sinfín de pajarillos asociados a las tierras de cultivo eurosiberianas.

   Yo la visitaba por primera vez allá por Febrero de 1989 en una excursión de la SGHN y aunque no habíamos visto gran cosa - en parte debido a la niebla - me había parecido un lugar mágico. Hoy en cambio se muestra como un erial sin vida, vacío. En los paseos que di el domingo bajo un silencio sepulcral casi me caían lágrimas de pena, mientras miraba sin ver y oía sin escuchar. El canto melancólico de una totovía sólo aumentaba la sensación de tristeza.

Matodoso 

   La publicidad de la Xunta (y de sus medios acólitos) está llena de fantasías y parece hablar de una realidad paralela cuando lees su carísima cartelería. En el mundo real, la vida ha abandonado nuestros campos, hoy convertidos en inmensos maizales para forraje.

A Veiga de Pumar 

  Pero el deterioro del Medio suele tener muchas causas. En A Terra Chá sufren también la contaminación de las augas, el abuso de tratamientos fitosanitarios, la forestación con especies de crecimiento rápido como el eucalipto o la caza (soy partidario de regular mucho más la caza menor, incluso hasta su eliminación en todos los espacios protegidos). 


  Precisamente el domingo encontraba un grupo de aficionados a la cetrería practicando su afición en una parcela donde quedan las últimas parejas de sisón, especia amenazada de extinción en Galiza y que en estas fechas aún no ha migrado.

Cetreros en un lugar de cría del sisón (Tetrax tetrax), Reserva de la Biosfera

   Tras comunicárselo a Óscar Rivas (directivo de la SGO) me informaba que tienen permiso de la propia Consellería de Medio Ambiente. Como suena! Tal es el poder del lobby cinegético. Pues nada, en uno de los pocos lugares donde aún anida el sisón estaban los tíos dándole vueltas a un enorme halcón sacre con permiso de la Xunta. Es para flipar.

  Aunque en otros sitios la ganadería supone un problema medioambiental, en esta comarca lucense supone la menos mala de las alternativas de explotación, sobre todo porque hablamos de ganadería extensiva, con amplias superficies de pasto donde las vacas se alimentan en libertad.

Invernaderos de frutos de bosque junto a explotación ganadera (de leche)

  Porque las otras alternativas son eucaliptos o, desde hace poco, invernaderos de frambuesa, que han convertido la zona de O Arneiro en una pequeña Almería del Norte (la superficie de plástico es mucho mayor que la que aparece en la foto).

Vacas (de carne) con repoblación de eucaliptos al fondo

  Para finalizar el paseo de los horrores me acercaba hasta la mal llamada "laguna" de Cospeito, otrora la joya de la corona, hoy un bosquete de sauces pantanoso sin apenas aguas libres.


    Desde el observatorio principal divisamos una estupenda sauceda de Salix atrocinerea en donde antes hubo una laguna. Desecada por Franco en la década de los sesenta, fue parcialmente restaurada en 1981 por el IRYDA, aconsejados por José Curt (me lo contó él mismo). Más tarde, a principios de la década de 2000 la Xunta inició un proceso de restauración total que me ilusionó enormemente... hasta que vi en qué consistía la "restauración". Una reforma mal orientada y que permitió que hoy en día la "laguna" tenga este aspecto lamentable:

"Laguna" de Cospeito

Vistas desde el observatorio principal

  Desde los otros observatorios la vista es igualmente penosa, no divisando apenas la superficie lacustre. Y ojo, que estos observatorios debieron valer un dineral. Pero el PP entiende la conservación simplemente como un negocio, que es de lo que se trata.

Observatorio de torre cegado por la vegetación

Vista desde el observatorio de torre

  El observatorio de piedra aún conserva algo de visibilidad. Para que podamos comprobar cómo de vacía está lo poco que queda de laguna. Una laguna sin aves. Cosas también de la eutrofización y tal, nada que deba importar a la Consellería de Medio Ambiente.

Vista desde el observatorio de piedra

 Pero qué más da todo esto si podemos construir y gastar dinero en "actuaciones" medioambientales! Venga paseos, aparcamientos y centros de interpretacion de diseño post moderno. Nuestra prensa amiga hará el resto.


Centro de interpretación futurista

 Cospeito es la historia de cómo destruir un humedal gastando una enorme cantidad de dinero público. Si la primera actuación, llevada a cabo en 1981 con cuatro duros, supuso una mejora substancial para la biodiversidad de este humedal, la pomposa y carísima restauración posterior es la muestra perfecta de cómo hacer las cosas mal pudiendo hacerlas bien... y gastando menos dinero.

4 comentarios:

  1. Hace poco hice una visita por allí, y saqué la misma conclusión que tú, más o menos. No conozco los pormenores de las restauraciones de que hablas, aunque sé bien que hay un conflicto con cierto biólogo de cuyo nombre no me acuerdo y una planta en peligro de extinción. Aquel día lo más interesante que vi fue un buxato y un grupito de mitos. Y algún pajarillo más, pero eso sí, gente y perros a tutiplén, a grito pelado. Hasta le tuve que llamar la atención a un grupo de 6 personas que debían venir de algún bar cercano, dando unos gritos que parecía que estaban en una discoteca a las 5 de la mañana (en la vieja normalidad).
    Algo es seguro: si no hay conciencia ambiental en la población en general, no podemos esperar que nuestros políticos y políticas la tengan. No bajan en naves espaciales. Salen de entre nosotros.
    Un abrazo y ánimo. Igual nos toca ser los notarios de la última gran extinción (por el momento).

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    1. O biólogo do que falas é Pablo Ramil, doutor en Botánica e con importante "ascendente" na consellaría. POis xa viches como está todo aquilo. E comparto esa importante reflexión: "No bajan en naves espaciales. Salen de entre nosotros". Que hai moito bobo que está todo o día poñendo podres "aos políticos" pero logo compórtase coma un túzaro el mesmo.
      Apertas, Miguel.

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