En el muelle de Ortigueira, las gaviotas esperaban la merienda. Saben que todos los días se deja caer por allí la furgoneta de una pescadería para arrojar los restos al mar.
Gavión (Larus marinus)
Desde el muelle, pude observar 3 Zampullines cuellinegros (Podiceps nigricollis), 1 Garceta grande (Egretta alba), 7 Espátulas (Platalea leucorodia), 15 Negrones (Melanitta nigra) y el Águila pescadora (Pandion haliaetus), como más destacado, amén de un buen número de Patos cuchara (Anas clypeata), rabudos (Anas acuta), Azulones (Anas platyrhynchos) y limícolas varias. Pero ayer no tocaba censo.
Todavía no han aparecido esas especies más escasas que tanto gustan a los bimberos (y a mi!, qué carallo..) como Podiceps auritus, Gavia spp, Branta sp, Cygnus cygnus u otras habituales
Garceta común (Egretta garzetta, izda.) y grande (Egretta alba, dcha.)
Cormorán grande (Phalacrocorax carbo) joven
Pero cuando se pasan tantas horas de campo, a lo largo de los años siempre llega el momento en que se es testigo de escenas curiosas o dramáticas. Y el sábado fuí testigo de una de ellas.
En el medio de la ría, observé que un grupo de gaviotas se juntaban sobre algo que había en el agua y le atacaban. Por curiosidad, miré con los prismáticos, pensando que se trataría de un pez muerto o algo así. Pero cual fué mi sorpresa al ver que el objetivo de sus ataques no era sino ésta:
Una Aguja colipinta (Limosa lapponica)!!, que nadaba cual Falaropo, mientras intentaba aproximarse a la orilla.
Apenas saqué fotos del momento, pues estaba intentando "comprender" la escena. ¿Pero qué diablos hacía una aguja nadando... y atacada por gaviotas?.
Aprovechó la proximidad de un Cormorán para utilizarlo de parapeto, cosa que funcionó, pues las gaviotas dejaron de acosarla, probablemente intimidadas por la presencia del cormorán.
Me preguntaba cómo aquella aguja habría llegado a esa situación, cuando de repente, descubrí la causa:.
Halcón peregrino (Falco peregrinus) juvenil
El otro día hablábamos de las costumbres predatorias de nuestros azores, especializados por lo visto, en la captura de presas de un tamaño relativo mucho mayor, y cazadas a menudo en tierra (o en el agua!). Nuestros halcones, sin embargo, tienen clara predilección por aves de tamaño medio, capturadas siempre en el aire. Y me atrevo a decir que las limícolas son la fuente de alimento básica de los halcones que viven en humedales como la laguna de Valdoviño o la ría de Ortigueira. Especialmente algunas especies como Limosa lapponica o Numenius phaeopus, que parecen ser las favoritas (supongo que implican una relación esfuerzo-aporte energético ideal para el halcón)
Esta aguja ("mazarico", en gallego) tuve la suerte de sobrevivir al ataque del halcón. Y, con un poco de suerte, podrá contarlo a sus hijos.
Una vez que se libró del acoso de las gaviotas y tocó tierra, intentó subir a las piedras del muelle. Pero no era tarea fácil, por lo resbaladizo de las mismas.
Y menos para un ave herida. En la siguiente imagen podemos apreciar muy bien la "marca" dejada por las afiladas garras del halcón, en el ala izquierda de la aguja.
Hizo varios intentos, pero resbalaba y volvía a caer al agua.
Después de muchos esfuerzos, logró su objetivo. Más o menos...
La pobre aguja estaba realmente hecha polvo. En las fotos no se aprecia como temblaba, debido a una hipotermia o al shock resultante del ataque (o a ambas cosas). Hubo momentos en que cerraba los ojos, y yo pensé que se moría de agotamiento.
Pero no.
Poco a poco, fué incorporándose y se colocó en posición segura.
He recogido aves heridas otras veces, pero cuando es por causas naturales, prefiero no intervenir y permitir que la Naturaleza siga su curso natural, valga la redundancia.
La aguja fué recuperando fuerzas y dejó de temblar.
La marea subía y llegó el momento en que alcanzaba ya su piedra. Pero yo tenía que regresar a Ferrol y no pude ver cómo acababa la historia.
Pero soy optimista. Esperemos que la herida haya sido superficial, sin afectar a tendones, y que pueda recuperar el vuelo. De otra manera el destino de esta ave estará escrito con letras negras. Tan negras como el chapapote del Prestige, que estos días vuelve a ser noticia, debido a la escandalosa sentencia que se ha dictado. Nunca fué tan barato destruir el medio ambiente.
Con el relato de esta valiente aguja os dejo hasta la próxima, no sin antes repetir el grito que sale de la indignación que siente en estos momentos todo el pueblo gallego:
NUNCA MÁIS!!!!
Fantástico, Xabi!
ResponderEliminarA ver si averíguas si el Limosa lapponica logró sobrevivir.
Un saludo. Eileen Walters
Gracias, Eileen. Desde luego, y comparado con el estado calamitoso con el que llegó a la piedra, la aguja tenía bastante mejor aspecto cuando me fuí. Todo dependerá de los daños que tenga en el ala.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola:
ResponderEliminarYo estuve el sábado por la tarde en el puerto; desde las 16h. a las 17h. y no vi ninguna limosa en las piedras.....
Por cierto, el domingo, primero la gente de Calidris y luego yo, leimos el totanus inglés anillado con metal que hay en las piedras.
Me acordé de ti, Xabi; el molino, con marea alta, estaba lleno de silbones..... Te lo vas a pasar bien este año.... Que barbaridad!!!!. Parece que este año, tienen predilección por eza zona....
Pois si que parecem que este ano hai moitos e Cuíña, Antonio. Lembro un ano de moita chuvia, cando o río baixaba con moito caudal e cheo de sedimentos, en que había moitos asubiadores na enseada de Mera a principios da invernada. Pero logo foron concentrándose pouco a pouco na zona habitual de San Claudio. Desde logo, se en San Claudio se mantén un número elevado da especie este inverno podemos ter unha cifra case de récord. A ver...
EliminarPara mín é mais doado censalos en Cuíña con preamar, desde logo. En Feás e San Claudio é complicado pola vexetación.